La economía circular… una esperanza

26.07.2020

En el último año, me he vuelto más consciente del daño ecológico que hemos causado y seguimos causando al planeta, nuestro hogar. No puedo dejar de quedar impactada al ver algunos videos del Foro Económico Mundial, por ejemplo, mostrando islas de plástico que se han formado en medio del océano, producto del mal manejo de los residuos, residuos que se arrojan al mar y que debido a las corrientes marinas terminan concentrándose. Un ejemplo es el "Gran parche de basura del Pacífico o isla de plástico del Pacífico", ubicado a medio camino entre Hawai y California, que representa la mayor zona de acumulación de plásticos oceánicos y equivale a la superficie ocupada por Francia, España y Alemania juntas, según un artículo de Scientific Reports, publicado en el 2018.

Me cuesta recordar cuándo iniciamos en nuestro país el uso de las botellas de plástico no retornable, cambiando el uso de botellas de vidrio por botellas plásticas. Muchos lo vimos como una facilidad, la llegada de la modernidad, quizá, nos parecía genial no tener que llevar las botellas a la tienda o al supermercado para comprar más bebidas gasificadas o agua. Recuerdo las tandas publicitarias al respecto, se vendía como una gran ventaja. En aquel momento, no se nos ocurrió pensar en el terrible daño ecológico que este cambio causaría.

En este punto, es necesario preguntarnos si estamos ante un túnel sin salida, si seguiremos contaminando hasta que el planeta colapse o si aún estamos a tiempo para evitarlo. Es una difícil pregunta y, lo más probable, es que no tengamos una respuesta.

La contaminación del plástico es solo una de tantas fuentes de contaminación, no olvidemos la emisión de gases de efecto invernadero, la contaminación del agua y la deforestación, por citar algunas. La lista es larga y los impactos sobre el medio ambiente son devastadores.

Tal vez, debemos preguntarnos qué podemos hacer cada uno de nosotros para cambiar esta situación. Qué podemos hacer desde nuestro hogar, desde nuestra empresa, desde los gobiernos locales, regionales y el gobierno central.

En mi opinión, podemos hacer mucho. Como individuos, el primer paso, es tomar conciencia de nuestros hábitos de consumo y el impacto que éstos tienen en el medio ambiente y, el segundo paso, es empezar a cambiar esos hábitos y ser consecuentes con las decisiones que tomamos en el día a día. Como empresas, o como responsables de las decisiones de las empresas, tenemos la responsabilidad de repensar nuestros procesos productivos y rediseñar nuestros productos con un enfoque de economía circular. Los gobiernos no pueden quedar al margen, tienen la responsabilidad de crear el marco normativo y las condiciones necesarias para promover la economía circular y detener o, al menos, reducir el impacto negativo que estamos causando en el medio ambiente.

La economía circular no es otra cosa que un sistema de aprovechamiento de recursos que promueve la utilización de la mayor cantidad de materiales biodegradables posibles en la fabricación de bienes de consumo, para que éstos puedan volver a la naturaleza sin causar daños medioambientales al agotar su vida útil. En aquellos casos donde no sea posible usar materiales biodegrabables, la idea es diseñar los productos con el objetivo de facilitar un desacople sencillo para darle una nueva vida reincorporándolos al ciclo de producción y componer una nueva pieza. Y cuando esto tampoco sea posible, se deberá reciclar de una manera respetuosa con el medio ambiente.

La descripción de lo que representa la economía circular es simple y lógica, hasta podríamos pensar que cae por su propio peso, pero lamentablemente este enfoque aún no ha sido incorporado en el diseño de nuestros procesos productivos y/o productos. Migrar hacia una economía circular depende de todos los actores de la cadena, puede tener un costo alto, de seguro, pero al fin de cuentas será el costo que debemos pagar para que la tierra continúe siendo habitable.

Recientemente, he visto en las redes sociales diversos anuncios de empresas de consumo masivo sobre cambios en los envases de sus productos. Por ejemplo, Nestlé, identificado por el grupo activista Greenpeace como uno de los principales generadores de residuos plásticos, acaba de anunciar la creación de un instituto de investigación para acelerar el desarrollo de empaques amigables para el medio ambiente y se ha fijado la meta de utilizar 100% de empaques reciclables para el 2025.

Otro caso importante para mencionar es el del gigante Procter&Gamble. P&G se compromete a utilizar plástico reciclado en sus envases de productos de limpieza. La noticia especifica que este cambio se realizará, de momento, en Europa. Esperemos que este compromiso se extienda a todo el mundo, de lo contrario sería una política poco consistente. Además, P&G está desarrollando procesos productivos y productos que reduzcan el uso de agua y energía, así reducirá también la huella de carbono de sus consumidores. Esto es parte de su enfoque de sostenibilidad desde el diseño del producto hasta su consumo.

Nestlé y P&G no son las únicas empresas que están tomando acciones en favor del medio ambiente, Danone, PepsiCo, H&M, Coca-Cola y Unilever, también han expresado su compromiso en este sentido y tienen iniciativas para cambiar sus productos y procesos para contribuir con el medio ambiente.

Ver ejemplos como estos, nos hacen pensar que no todo está perdido. De alguna manera siento que hay una luz al final del túnel. Las grandes corporaciones están tomando acción en favor del medio ambiente y todo parece indicar que esa será la tendencia de los próximos años. Nos preguntamos cuál ha sido el punto de quiebre para que se inicie este cambio y, quizá, la respuesta se encuentre en el cambio en la mentalidad de los consumidores.

De acuerdo al Portal Euromonitor International, entre las megatendencias para el 2030, destacan la economía circular, la reinvención del shopping y los esfuerzos por la autenticidad, es decir, el consumidor de hoy está tratando de tener un impacto positivo en el medio ambiente a través de sus acciones cotidianas y optará por marcas que tomen acciones en favor del medio ambiente y la sociedad.

Estas megatendencias están tomando fuerza en Europa y llegarán, esperemos más temprano que tarde, a países como el nuestro, tal como llegaron hace décadas atrás las botellas de plástico no retornables.


*Ilustración tomada de <a href="https://www.freepik.com">Designed by upklyak / Freepik</a>


Sobre la autora del artículo:

Patricia Marañón

Ejecutiva Senior, con sostenida experiencia liderando cadenas de suministro, en empresas multinacionales relacionadas a los sectores de energía, oil&gas, industria y consumo masivo. Promueve la migración de la gestión de la cadena de suministro basada sólo en el costo hacia un enfoque sostenible.

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